En el quinto día de guerra en Ucrania, comienzan a trascender los rostros, los nombres, de esos inocentes que perdieron la vida por una guerra sin sentido que trastocó su vida y, la del resto del mundo
Es verdad, el presidente ucraniano Volodimir Zelensky habla de más 200 civiles muertos, entre ellos 17 niños. Y las Naciones Unidas de 102, 7 niños, casi la mitad.
Pero no importa que sea imposible verificar esos números, algo normal en medio de la confusión, las fake-news, la desinformación y la propaganda de un lado y del otro que hay en toda guerra.
En el quinto día de una guerra que de repente ha trasformado a una capital de tres millones de habitantes de una ciudad dinámica, joven, viva, a una zona de guerra, comienzan a trascender los rostros, los nombres, de esos inocentes que perdieron la vida por una guerra sin sentido que trastocó su vida y, la del resto del mundo.
Entre las víctimas identificadas, se encuentra Alisa Hlans, una chica que dentro de tres meses hubiera cumplido ocho años. Murió en el ataque con misil al jardín de niños de Okhtyrka, localidad que se encuentra a 6 horas de auto al este de esta capital, ocurrido el viernes pasado, segundo día de la invasión. Gravemente herida junto a otras personas, la niña fue llevada al hospital, donde murió el sábado, como informó la procuradora general de Ucrania, Irina Venediktova, con un mensaje en Facebook que acompañó con un grito: “necesitamos paz”.
Otros de los niños muertos, tal como reportó la BBC es la pequeña Polina, que cursaba el último año de escuela primaria en esta capital. Según las autoridades locales, ella y sus padres murieron al encontrarse con su auto en medio de uno de los combates que estallaron en la periferia entre fuerzas ucranianas y comandos especiales rusos ya infiltrados, que buscan sabotear centros estratégicos e identificar objetivos para atacar desde el aire.Los hermanos de Polina se encuentran internados.
También murió un chico, aún sin identificar, que andaba en bicicleta en la localidad de Chuhuiv, en la regional oriental de Kharkiv, a raíz de un golpe de mortero o un misil lanzado por fuerzas rusas, cerca de la frontera.
En tanto el, 25 de febrero pasado en Gorlovka, en el sureste, también cerca de la frontera con Rusia, dos maestros murieron debido a un misil que destruyó una escuela, según Save The Children. “Estamos al quinto día de una guerra sangrienta, inhumana y cruel”, dijo Sviatoslav Shevchuk, arzobispo de Kiev, al denunciar a quien usa a mujeres y niños como escudos humanos.
Entre las víctimas se cuentan asimismo cinco personas de la misma familia que intentaba escapar a bordo de dos autos, pero que fue alcanzada por fuego enemigo cerca de Nova Kahkovk, localidad del sur del país cercana a la península de Crimea. Entre ellos, Sofía, de 6 años, Iván, de apenas algunas semanas y dos abuelos.
“La mayor parte de estos civiles fue matada por armas explosivas de largo alcance, entre ellas fuego de artillería pesada, lanzamisiles y bombardeos aéreos”, explicó la expresidenta chilena y Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, en la apertura del Consejo de los Derechos Humanos de Ginebra.
Aunque Naciones Unidas habló de un total de al menos 102 civiles muertos, Bachelet reconoció que la cifra seguramente aumentará dramáticamente. “Temo que los números efectivos serán más altos”, dijo la exmandataria chilena.
El ministerio de Salud de Kiev ayer habló de más de mil 600 heridos y al menos 352 víctimas. Zelensky acusó a Rusia de genocidio y adelantó denuncias ante la Corte Internacional Penal de La Haya.
“La guerra en Ucrania ya no tiene que ver sólo con los 500 mil chicos del Donbass, la región del Este de Ucrania que desde 2014 vive en conflicto, sino se ha extendido a todo el país, poniendo en riesgo a 7.5 millones de niños, que son las principales víctimas de todas las guerras, por traumas físicos y emotivos que sufren y que nunca más olvidarán”, advirtió la Asociación Cultural Pediatras y el Centro para la Salud del Niño.“Pedimos respeto de las convenciones y de las obligaciones internacionales de protección de la infancia y permitir a las agencias humanitarias llegar en modo seguro a los niños. Pedimos que nunca más los hospitales, las escuelas y los jardines de infantes sean considerados objetivos de guerra”, clamaron.
En el refugio del hotel de Kiev donde se encuentra esta enviada hay muchos chicos e incluso un bebé de familias de esta capital relacionadas con el personal. Los chicos están acompañados por sus padres, que intentan distraerlos: con un ojo en su celular para seguir segundo a segundo las noticias de esta guerra insensata. Juegan a Monopoly, a las cartas, al Lego, con autitos.
A veces incluso a las escondidas por el garaje, o juguetean con las mascotas que, también, se encuentran bajo tierra. Aunque sus padres, con el pasar de los días, están cada vez más preocupados, sonríen e intentan hacerles pensar que todo esto es una gran aventura. Como en la famosa película La vida es bella de Roberto Benigni.